Debo confesar que soy nervioso, muy, muy nervioso, tremendamente nervioso; lo he sido siempre y lo sigo siendo.
Ya os he dicho que soy nervioso; sí que lo soy. Y ahora, en la quietud máxima de la noche, en medio del lúgubre silencio de la vieja casa, un ruido tan extraño como aquél me excitaba hasta un terror incontrolable. No obstante, durante algunos minutos más me reprimí y permanecí quieto. ¡Pero al latir se hacía más sonoro, más sonoro! Creí que me iba a estallar el corazón. Pues ahora se apoderaba de mi una nueva angustia...
Edgar Allan Poe
Corazón delator @ Historias Extraordinarias